Radicales libres y sus efectos sobre la salud


Conoce qué son los radicales libres, cómo se generan y de qué forma comprometen la salud de nuestro cuerpo. Además aprende cómo luchar contra ellos.

Son muchos los procesos que pueden generar radicales libres en nuestro cuerpo, como lo son la exposición a las radiaciones ultravioletas del sol, la exposición a los rayos X, exposición a la misma contaminación, exposición al humo del cigarrillo (fumadores pasivos) y a otras clases de humo (fumar es aún más perjudicial).

Y algunas reacciones que tienen lugar durante los procesos metabólicos normales, como por ejemplo cuando se hace ejercicio físico intenso, cuando se aumenta el ritmo de la respiración, cuando aumenta la temperatura corporal, etc., todo esto haciendo que nuestro organismo deba trabajar más y por ende generar ciertos productos, algunos conocidos como radicales libres.

Lo que general los radicales libres y cómo atacan nuestro cuerpo


Ciertas sustancias nocivas, como por ejemplo el tetracloruro de carbono (un solvente utilizado en la industria de la tintonería), también dan origen a radicales libres cuando participan en reacciones metabólicas en el organismo.

Los radicales libres se producen, por ejemplo, cuando el cuerpo "descompone" los alimentos ingeridos. Esta acumulación de radicales libres es muy influyente en la "aceleración" del proceso de envejecimiento.

Entre los múltiples trastornos, enfermedades y estados asociados con los radicales libres derivados del oxígeno, están el cáncer, la aterosclerosis, la enfermedad de Alzheimer, el enfisema, la diabetes mellitus, las cataratas, la degeneración muscular, la artritis reumatoidea y el deterioro asociado con el envejecimiento.

Cabe destacar que la mala alimentación, el consumo de licor, fumar y hasta la misma práctica de ejercicio físico de manera excesiva, pueden ser causantes de la aparición de radicales libres y por ende del envejecimiento, entre la otras molestias o patologías ya mencionadas.

La acción de los antioxidantes contra los radicales libres


Es muy posible que al aumentar el consumo de antioxidantes, sustancias que inactivan los radicales libres derivados del oxígeno, puede disminuir el ritmo de deterioro ocasionado por éstos. Algunos antioxidantes de gran importancia en la dieta son el selenio, el cinc, los betacarotenos y las vitaminas C y E.



La vitamina C, entre otras cosas, es importante para el crecimiento y reparación de los tejidos en distintas partes del cuerpo.

Es indispensable para la formación de una proteína muy importante que se utiliza para la regeneración y/o fortalecimiento de la piel, tendones, ligamentos y vasos sanguíneos. Ayuda también a reparar o regenerar cartílagos, huesos y dientes.

Debido a que nuestro cuerpo no produce la vitamina C por sí sólo y tampoco es capaz de almacenarla, consumir alimentos que la contengan y algunos suplementos (aunque sin exagerar su consumo), es de gran ayuda para evitar en gran medida los resultados de la producción y acumulación de los radicales libres.

Aquellos que consumen constantemente vitamina C No evitan los resfriados comunes pero si pueden hacer que los síntomas y la duración de éstos sean menos devastadores y de más corta duración.

Las frutas que contienen la mayor cantidad de vitamina C son el kiwi, naranja, limón, mango, piña, papaya, fresas, sandía, melón.

Y los vegetales que más cantidad de esta vitamina contienen son el brócoli, pimientos rojos y verdes, espinaca, repollo, los tomates.



La vitamina E, entre otras cosas, es excelente para mantener en óptimas condiciones el sistema inmune, para así hacerlo fuerte contra los ataques de virus y bacterias para proteger nuestro organismo.

También es muy importante porque participa en la formación de glóbulos rojos (eritropoyesis) y porque ayuda a nuestro organismo a utilizar la vitamina K.

También ayuda mucho a dilatar los vasos sanguíneos impidiendo la formación de coágulos sanguíneos.

Las fuentes de alimentos en donde se pueden encontrar buenas cantidades de Vitamina E son:

Aceites vegetales de maíz (como los aceites de germen de trigo, girasol, cártamo, maíz y soya).

Nueces (como las almendras, el maní y las avellanas).

Semillas de girasol.

Hortalizas de hoja verde (como las espinacas y el brócoli).

Cereales para el desayuno (sin tanta azúcar refinada), jugos de frutas, margarinas y productos para untar enriquecidos. Enriquecidos o fortificados quiere decir que a los alimentos les han agregado las vitaminas.

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